El ser humano siempre ha buscado mejorar sus capacidades, evolucionar y transcender. Esta mejora de las capacidades podemos verlas en dos líneas, por una parte lo que sería la mejora de las capacidades propias, como la fuerza, la visión o la velocidad y por otra la del alargamiento de la vida, que en primera parte sería la cura de enfermedades y en una segunda la inmortalidad. Durante siglos estas aspiraciones han sido cubiertas de diferentes maneras, a parte del entrenamiento y mejora de las propias capacidades, a través del uso de herramientas como la palanca o la poleas que nos permitían duplicar y multiplicar nuestro esfuerzo, la domesticación de animales que nos permitían usar sus habilidades de velocidad (caballo), fuerza (bueyes) u olfato (perros). Más tarde, esas potencialidades se han ido multiplicando con sucesivos inventos que nos han hecho poder transportarnos más rápido, volar, hacer cálculos a velocidades increibles y otros grandes hitos. Lo mismo ha pasado con la salud y el alargamiento de la vida. Los avances médicos y de salubridad han hecho que la esperanza de vida haya aumentado considerablemente y se puedan curar enfermedades que antes eran mortales o reparar y sustituir partes del cuerpo incluso por elementos artificiales.
Lo expuesto hasta ahora no forma parte del transhumanismo, ya que podríamos decir que forma parte del propio humanismo, de la propia esencia humana, del aprovechamiento de las capacidades físicas e intelectuales que tenemos para mejorar nuestra existencia. Pero dejando a parte esta diferencia, creo que todo corresponde a un mismo anhelo y una misma corriente de aspiración y crecimiento. ¿Qué diferencia hay entre vestirse con ropas y que nuestro cuerpo se cubra con un exoesqueleto protector a base de nanopartículas que modifique nuestra piel? ¿Qué diferencia hay entre llevar una pata de palo o un transplante de corazón con la sustitución de órganos que nos permitan dotarnos de mayor fuerza, características especiales o alargarnos la vida? ¿Qué diferencia hay entre tomar medicamentos que potencien nuestras capacidades cognitivas o físicas y el uso de la ingeniería genética que lo haga de una forma más permanente? ¿Qué diferencia hay entre el uso de prismáticos, lentillas, gafas, implantes cocleares con el implante de dispositivos en nuestro cuerpo que mejoren nuestra capacidad sensitiva? ¿Qué diferencia hay entre la creación de una biblioteca, las posibilidades de internet frente a una conectividad instantánea cerebro-ordenador?. Las diferencias son el estado de desarrollo de las tecnologías usadas, pero en mi opinión, la base en la que subyace es la misma. Así pues, podríamos ver el transhumanismo como una evolución lógica del desarrollo del ser humano.
Los grandes avances en ramas como la medicina, la informática, los nuevos materiales o la nanotecnología han abierto grandes posibilidades para potenciar las capacidades humanas, muchas de las cuales ya se están implementando, abriendo todo un abanico de sueños al pensamiento transhumanista, en el que el ser humano mejore sus capacidades físicas y cognitivas superando las limitaciones biológicas, evolucionando hacia un posthumanismo libre de límites en el que el sufrimiento, la enfermedad, el envejecimiento e incluso la muerte hayan sido superadas.
Estas concepciones transhumanistas se basan en varias concepciones, por una parte a nivel científico-tecnolótico en una confianza en que los procesos de biotecnología nos permitan adquirir el dominio total sobre los componentes vivos, la confianza en una evolución que posibilite grandes capacidades de cálculo y de procesamiento de la información, que logre la miniaturización de procesos tecnológicos y que consiga unir de una forma íntima biológico con lo artificial. Pero el transhumanismo en su concepción más elevada se basa en la visión materialista de la vida humana, de modo que al reducir la humanidad a elementos físico-químicos podremos replicarla y transferirla a otros soportes no biológicos que repliquen su funcionamiento e incluso la consciencia de la persona. En este sentido una visión transhumanista asume la biología como un límite para la humanidad, un lastre de las capacidades humanas, lo que les llevan a negar lo biológico frente a lo tecnológico y artificial.
Personalmente la visión transhumanista de una sociedad en la que el sufrimiento, el hambre, la enfermedad y la muerte hayan sido superadas me llega a parecer pretenciosa, bucólica y en gran medida cienticista. No veo ésta situación más allá de un mundo distópico en el que sólo a unos pocos se les de esta capacidad, mientras que a la mayoría les sea negada por falta de recursos. Un asunto que no he encontrado entre las reflexiones es qué pasa con los impulsos negativos humanos. No podemos olvidar que al menos por bastante tiempo, hasta que la exploración espacial dé grandes frutos, estamos encerrados en un planeta con unos recursos finitos. Esta limitación impide una transformación global de estas características, al igual que ahora impide que millones de personas se beneficien de los avances más básicos. ¿Qué pasaría cuando una persona o colectivo alcance esas capacidades transhumanas?. ¿Serán estas capacidades difundidas al resto de la población o se crearán sociedades igualmente injustas? ¿Las personas psicológicamente seguirán cayendo en esas debilidades humanas dominadas por la codicia, la superioridad, el miedo?. De ser posible, ¿Cómo se transformaría la psicología humana al modificarse el sustrato físico en el que sustenta? ¿Seríamos mejores o tal vez peores? Es posible que en circunstancias así se creen personas de primera, de segunda e incluso de tercera categoría. Las personas que alcancen los niveles más altos de transhumanismo tal vez pelearían por tener más capacidad de memoria y procesamiento que su vecina. Más capacidad significa más poder y la historia humana nos ha demostrado que la codicia de algunas personas no tiene límites.
Aquí entra la pregunta que algunos autores se hacen. ¿El transhumanismo potenciará nuestra virtudes o nuestros vicios? ¿Será el transhumanismo la salvación o la perdición del ser humano, la puerta del cielo o del infierno?. Sólo la imaginación puede analizar las posibilidades que se presetan, sólo la ciencia ficción nos lo puede relatar.
Algunas novelas con fondo transhumanista:
- De Robert A. Heinlein
- Los hijos de Matusalén, 1941
- Tiempo para amar, 1973
- El número de la Bestia, 1980
- El gato que atraviesa las paredes, 1985
- Viaje más allá del crepúsculo, 1987
- “Homo Plus” – 1976 de Frederik Pohl
- “Neuromante” – 1984 de William Gibson
- “Oryx and Crake” – 2003 de Margaret Atwood
- Serie “La Cultura” de Iain M. Banks
- “Música en la sangre” -1985 de Greg Bear
- Trilogía “Xenogénesis” – Octavia Butler
- “Mendigos en España” – 1991 por Nancy Kress,
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