Muchas veces estamos más preparados para luchar contra los enemigos más grandes que nosotros y sucumbimos frente a aquellos que apenas vemos. Algo así le debió pasar a las tropas de Napoleón en su incursión ante Rusia de 1812. Cerca de 500.000 soldados marcharon al enfrentamiento bélico con la intención de conquistar esos territorios, pero murieron más debido al clima y a las enfermedades que debido a la acción del enemigo1.
Una gran cantidad de bajas se produjeron debido al tifus exantemático, esta enfermedad ha estado ligada a espacios de hacinamiento, mala higiene y pobreza y ha representado un problema sanitario importante en grandes poblaciones y en lugares insalubres en épocas anteriores a principios del siglo XX.2 Esto se puede ver en el último brote importante que se originó en Madrid en 1909 y que acabó con la vida de 1.051 personas.
Charles Nicolle, director del Instituto Pasteur en Tunez, se preocupó por investigar esta enfermedad e identificó que ésta era propagada por el piojo, que era vector de la misma.3 Descubrió que la enfermedad no se propagaba por la picadura, sino por los excrementos del piojo, que al entrar en contacto a través de una herida transmitía la enfermedad, de hecho, el piojo moría también debido a ella. Por esta investigación le dieron el Nobel de medicina en 1928.
Pero ¿qué produce la enfermedad? esto nos lo mostró Henrique da Rocha Lima, que en 1916 identificó a la bacteria Rickettsia prowazekii como causante de la enfermedad, la cual puede permanecer en las heces y restos del piojo susceptible de contagiar durante más de 100 días. Esta infección causa escalofríos, fiebre, dolor articular y en epidemias sin tratamiento la mortalidad puede ser mayor de un 50%.4
Claramente todo esto no lo sabían en 1812 y gracias a un estudio de pulpa dentaria de soldados muertos, en los que se encontró restos de ADN de Rickettsia prowazakii se ha identificado que el ejército de Napoleón se contagió posiblemente por un brote que se dió en aquella época en Polonia y Rusia y que se hizo más fuerte debido a la la devastación causada por el ejército francés.5 Unas condiciones adecuadas para la propagación del piojo y unas condiciones higiénicas pésimas formaron el caldo de cultivo ideal para la diseminación de ésta enfermedad y que resultó ser una de los principales azotes del temido ejército francés.
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