Una de las actividades que más les gusta a los niños y niñas que participan en mis actividades de ciencia es el momento en el que les escondo la llave con las instrucciones de la actividad del día y lo tienen que encontrar a través de descifrar un código secreto. Y es que los códigos tienen su misterio y descubrirlos es toda una hazaña. Y si no, que se lo digan a Alan Turing y sus colaboradores cuando se dedicaban a intentar descifrar los códigos secretos a través de los que se comunicaban los nazis.
Al desentrañar el código tenemos que encontrar ese conjunto de reglas y símbolos a partir de las cuales se transmite esa información.
En la misma línea el código genético es la forma que tienen la naturaleza de trasladar la información de los seres vivos. Vendría a ser como un manual de construcción, funcionamiento y mantenimiento de una máquina. En este caso una máquina viviente. Cada parte del manual se deberá leer en momentos determinados y por elementos determinados, y eso también viene en el manual.
Y qué usa la naturaleza para esta información. Pues moléculas. Unas largas moléculas en las que se alternan cuatro tipos diferentes de bases nitrogenadas adenina (A), timina (T), guanina (G) y citosina (C) en el ADN y adenina (A), uracilo (U), guanina (G) y citosina (C) en el ARN. Así, según se van combinando esas cuatro bases, se registra la información necesaria para la formación de diferentes aminoácidos y sus posteriores proteínas. La información suele ir en tripletes de tres bases, por ejemplo, la secuencia AUG hará que se sintetice la metionina, la UAU la tirosyna y así poco a poco se irán sintetizando otros aminoácidos que a su vez generarán las proteínas que harán una función determinada en ese organismo.
La naturaleza ha elaborado un sistema muy ingenioso de transmitir esa información de una generación a la siguiente. Esto en cada una de las células que componen nuestro cuerpo, así como de nosotros mismos al completo. Lo curioso de este código genético es que es universal y su forma la compartimos todos los seres vivos del planeta. Desde una sencilla bacteria de una charca hasta los hongos, árboles, ranas, pájaros, tu y yo. ¿Casualidad? Pues sería mucha casualidad que un sistema de codificación tan complejo y perfecto como este se generara de la misma forma en diferentes seres vivos a la vez. Esto nos lleva a suponer con una grandísima probabilidad que todos los seres vivos tenemos un origen común. Que tras la aparición de un primer “ser” que comenzó a utilizar este tipo de moléculas, fue evolucionando y diversificándose durante varios cientos de millones de años en todos los seres vivos que habitamos hoy el planeta Tierra. En el fondo, esa bacteria que habita en la charca del monte comparte ancestros comunes conmigo, es mi prima la de la charca.
Imagen de portada: Foto de bacterias creado por kjpargeter – www.freepik.es
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