Me he ido a la carnicería y le he pedido un cerebro de cordero. Así, de específico. Claro está el carnicero se ha sonreido ya que la costumbre es más de decir “sesos” de cordero. Lo de cerebro suena muy humano y el ya se estaba imaginando buscando un cerebro de alguna persona.

Analizar el cerebro de un cordero nos posibilita de una forma sencilla y accesible el acercarnos al conocimiento de la anatomía de este sorprendente órgano y con las consiguientes diferencias, empezar a conocer y comprender nuestro cerebro, ese portento de la biología que nos hace ser quienes somos.

El primer análisis lo he hecho con el cerebro (los sesos) frescos, y luego los he cocido, para facilitar la disección y el estudio interior. Lo malo es que creo que me he pasado con el tiempo de cocción y se me deshacía un poco al manejarlo.

El resultado de esta práctica de neurociencia amateur lo dejo en la siguiente imagen interactiva, espero que te guste y si te animas… vete a la carnicería a pedir unos sesos para hacer tu propio experimento.

Te recomiendo que lo veas dándole a pantalla completa para ver mejor los detalles


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