El objetivo de un envase en principio es albergar un alimento y contenerlo. Pero conforme la ciencia y la tecnología ha ido evolucionando se ha buscado que también éstos cumplan otras funciones que mejoren o mantengan la calidad del alimento allí almacenado. Un simple botijo, no sólo almacena agua, sino que también hace que se mantenga fresca.

En mi última visita al supermercado he intentado buscar envases especiales que aportaran algo extra. No he conseguido grandes descubrimientos, pero algo hay.

Envases activos.

Un envase activo sería aquellos que interaccionan con el alimento para mejorar su calidad o conservabilidad. Esperaba encontrar éstos envases que tienen un sistema de autocalentamiento, que mediante una reacción química calientan el alimento y lo ponen listo para su consumo. Los he visto anteriormente en algún lado, en lugares de camping, pero no he conseguido encontrarlo en los supermercados que he visitado. Igual la cosa va por temporadas.

Lo más parecido a un envase activo ha sido los envases de carne, concretamente de pollo, que se mantienen en una atmósfera protectora, posiblemente baja en oxígeno, que relentiza la acción de los organismos, la oxidación y por tanto alarga la conservación. En éstos mismos envases se puede ver una pequeña esponja que recoge los líquidos que emana el producto y con ello reduce la humedad y contribuye a una mejor conservación por limitar el crecimiento microbiano.

Envases inteligentes

Los envases inteligentes aportan al consumidor información sobre el alimento. Los hay que ofrecen información sobre su trazabilidad y otros que a través de sensores identifican el estado del producto y lo muestran al consumidor. Así, podrían identificar la presencia de toxinas o microorganismos patógenos o si se ha roto la cadena de frío.

En mi visita he encontrado dos envases que podríamos considerar inteligentes, aunque no tan sofisticados como hemos señalado antes. Ambas etiquetas las he encontrado en productos avícolas. Uno se trata de un envase con código QR que enlaza a la trazabilidad del producto y da información sobre el mismo, y el otro lo hace a través de un sistema de un chip que se lee con la tecnología NFC de los móviles. Esta última tecnología se supone más fiable por ser más dificil duplicar y asegurar una autenticidad de la información.

No quería acabar el artículo mencionando esos pequeños inventos en los envases, que tras su sencillez nos permiten identificar cuándo un envase ha estado en mal estado, como las tapas de los botes de conserva que en caso de que pierdan el vacío o se hinchen debido a la acción de algún microorganismos queda patente porque están diseñadas para que al presionarlas hacen un “click” o se levantan.


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